domingo, 25 de agosto de 2019

El EGOISMO: Cáncer que destruye al hombre



El egoísmo es propio de la naturaleza del hombre, herida por el pecado original. Pero en esta época  hay factores que lo agravan y fortalecen. Tal es la idea distorsionada de libertad que reafirma el egoísmo y se manifiesta en el “individualismo”. Individualismo que, incluso, produce beneficios económicos, por ejemplo en una familia cada uno quiere tener sus propias cosas desde su propia ropa, cuarto… hasta teléfono, computadora, tablet. En un sistema consumista e individualista, este estilo de vida, por supuesto, retribuye en términos económicos.
Ser egoísta se nota en la necesidad de soledad y el aislamiento; conlleva a reacciones instintivas de impulsividad y agresividad. El individualista no acepta la crítica y menos la contradicción; prefiere tener desahogos afectivos con animales; de modo inconsciente tiende a la “manipulación”, en los diferentes  estratos de la vida desde el ámbito familiar, las relaciones de amistad e incluso en lo laboral.
La idea de “pocos hijos para darles mucho” lleva a la premisa:  yo me lo merezco todo”, acompañado de la idea de: “tú eres el mejor” , “tú debes ser siempre el número uno”…, no se transmite el valor del servicio, la ayuda al prójimo, la humildad, ni el dominio de sí mismo.
El egoísta protagoniza un sin número de pecados de omisión; al pensar se justifica diciendo: <<yo no soy malo, yo no mato, no secuestro, no me meto con nadie…>>. Se va por la vida pensando: <<yo estoy  lo correcto”.
El egoísmo nos vuelve resignados y pasivos frente a los fenómenos sociales como la corrupción y el sin sentido de la vida. El egoísta es activo sólo si saca provecho de la situación; tornándose apesadumbrado para  algún tipo de servicio que requiera de generosidad y apertura a los demás.
La Palabra de Dios nos dice en Fil 2, 3-4 «No hagan nada por rivalidad o por orgullo, sino con humildad, y que cada uno considere a los demás como mejores que él mismo. Ninguno busque únicamente su propio bien, sino también el bien de los otros».
¿Qué se debe hacer para evitar o disminuir el egoísmo? Con sinceridad reconocer que los somos, cada quien, aunque, en diferente grado tenemos esa roña del egoísmo; conocer nuestros límites y reconocerlos humildemente y de corazón ayuda a combatir este mal, de modo personal.
Es preciso salir de nuestra individualidad, estar dispuestos a servir no sólo a los que nos rodean, sino a los que necesitan realmente de nosotros. Meditar en la vida de Cristo y particularmente en su <<Pasión>>, es fundamental. Además de recurrir a la lectura del evangelio y a la práctica  constante del sacramento de la Eucaristía y de los sacramentos.
Jesús maestro nos asegura: <<Si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda él solo; pero si muere, da abundante cosecha>> (Jn 12. 24).
Autor: Margarita de Jesús HMSP

No hay comentarios.:

Publicar un comentario