domingo, 4 de agosto de 2019

282. ¿Conocer la Sagrada Escritura un camino para alcanzar la felicidad?-CATEQUESIS-



Somos felices confiando en las palabras de  Jesús en las bienaventuranzas. [1716­1717] El Evangelio es una promesa de felicidad para  todas las personas que quieran recorrer los  caminos de Dios. Especialmente en las  bienaventuranzas (Mt 5,3­12) Jesús nos ha dicho  concretamente que contaremos con una  BENDICIÓN infinita si seguimos su estilo de  vida y buscamos la paz con un corazón limpio

1717. Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos.

1716. Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no sólo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos: 
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. 
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. 
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5,3-12 

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