¿SOMOS AGRADECIDOS
CON DIOS?
Autor: Freddie Loya
Uno de los sentimientos más
profundos y apremiantes que desde que nacimos hemos aprendido y se arraiga en
el ser humano es la gratitud. Desde pequeños nos enseñan a dar gracias, pues el
agradecimiento es una actitud en respuesta a lo que la vida no va dando. Vivir
en un compartimiento contrario nos acredita a ser desagradecidos y eso más que
hacernos crecer nos hace ser diminutas personas a los ojos de Jesús.
Desafortunadamente somos los
seres humanos que a veces nos comportamos de manera desagradecida a falta de
amor. Nos acordamos de Dios para expresar rigorosamente quejas, lamentos o
pedimos auxilio en momentos de necesidad. No nos nace el agradecimiento
profundo o alabanza por lo bueno que hay en nuestras vidas, que es en cierta
manera es afortunada.
Mucho de lo que no sabemos
agradecer es porque no hemos notado lo positivo que nos da la vida. Siempre hay
un porque asombrarnos ante tanto bueno que hace Dios; el sol cada mañana, el
misterio de nuestro cuerpo, el despertar de cada día, la alegría del encuentro,
el placer, el descanso reparador, la música de las aves, lo maravilloso que
nuestra vista puede ver, la naturaleza, la fe , la familia. No se trata de
vivir con espíritu observador sino estar atentos a los regalos que nos da la
vida en lo que pareciera que es simple pero realmente es grande porque eso
alegra nuestro espíritu.
Esto se aprecia no de la nada si
no como un don divino que procede de Dios eterno, fuente y origen ultimo de
todo bien. Se podría decir que la vida se convierte en oración y alabanza, a
pesar de los malos ratos de la vida, fracasos, y nuestros pecados.
Comprendiendo que ese mal rato no perdurara mucho en cambio debemos aprender a
tomar lo que Dios ha permitido o lo que nosotros por mal uso de la libertad
hemos de pasar. Cuando aprendemos a vivir y agradecer todo lo que nos viene de
la vida se podría decir que nuestra ser se convierte en alabaza.
Cuando aprendemos a reaccionar
con gozo lo que nos viene de la vida, estaríamos viviendo en un profundo
agradecimiento y aprenderíamos a vivir con alegría sabiendo que todo lo que
permite es por el bien de los que ama Dios. Podríamos recibir varias opiniones
de alegría la cual mucha gente la desacredita. Muchos la ven como una virtud
que procede de algo efímero palpable. Pero la alegría muchas veces procede
desde la raíz existencial que Dios experimenta junto con nosotros en el amor
latente de cada paso que damos.
Kierkegaard decía: Todo lo que en
verdad quiere tener relación con Dios tiene más que una tarea el estar siempre
alegres.
La oración y la alabanza es la
manifestación de un dinamismo oportuno de una vida sana y acertada que vive momentos
con Dios, quien todavía no puede realizar su interior nunca logra ser feliz y
se convierte en una persona enferma que no encuentra el motivo a su existir.
Los diez leprosos quedan curados de una terrible enfermedad pero solo uno
vuelve a glorificar a Jesús y eso se
debe que él ha encontrado la alegría en el gozo en respuesta de una gratitud interior que en
conlleva a una salvación diciendo Jesús:
Tu fe te ha salvado. Pero solo el que responde con gratitud ese solo gozara de
la salvación.
Como cristiano eso nos invita a
que nuestra vida sea una constante oración y alabanza y así podemos vivir en
gratitud, podemos responder como el leproso que independiente de nuestro pecado
y la vida que hayamos llevado aunque sea mínima la esperanza podemos alcanzar salvación.
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