Si sólo dependiéramos de nuestras fuerzas, no
avanzaríamos mucho en nuestros intentos de ser buenos.
Por la fe descubrimos que somos hijos de Dios y que
hemos sido fortalecidos por él. Cuando Dios nos da su
fuerza, hablamos de «gracia». Especialmente en los
signos sagrados que conocemos como SACRAMENTOS,
Dios nos otorga la capacidad de hacer realmente el bien
que queremos hacer. [16911695]
Como Dios ha visto nuestra necesidad, nos «ha sacado del
dominio de las tinieblas» (Col 1.13) por medio de su Hijo
Jesucristo. Nos ha concedido la posibilidad de empezar de
nuevo en comunión con él y de avanzar por el camino del amor.
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1691. ―Cristiano, reconoce tu dignidad. Puesto que ahora participas
de la naturaleza divina, no degeneres volviendo a la bajeza de tu vida
pasada. Recuerda a qué Cabeza perteneces y de qué Cuerpo eres
miembro. Acuérdate de que has sido arrancado del poder de las
tinieblas para ser trasladado a la luz del Reino de Dios‖ (San León
Magno, Sermo 21, 3).
1695. ―Justificados [...] en el nombre del Señor Jesucristo y en el
Espíritu de nuestro Dios‖ (1 Co 6,11), ―santificados y llamados a ser
santos‖ (1 Co 1,2), los cristianos se convierten en ―el templo [...] del
Espíritu Santo‖ (cf. 1 Co 6,19). Este ―Espíritu del Hijo‖ les enseña a
orar al Padre (Ga 4,6) y, haciéndose vida en ellos, les hace obrar
(cf. Ga 5,25) para dar ―los frutos del Espíritu‖ (Ga 5, 22) por la
caridad operante. Sanando las heridas del pecado, el Espíritu Santo
nos renueva interiormente mediante una transformación espiritual
(cf. Ef 4, 23), nos ilumina y nos fortalece para vivir como ―hijos de la
luz‖ (Ef 5,8), ―por la bondad, la justicia y la verdad‖ en todo (Ef 5,9).
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