Para reparar la ruptura con Dios que se da
con un pecado grave, un católico debe
reconciliarse con Dios por medio de la
confesión. [1856] 224239
1856. El pecado mortal, que ataca en nosotros el principio vital que
es la caridad, necesita una nueva iniciativa de la misericordia de Dios
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y una conversión del corazón que se realiza ordinariamente en el
marco del sacramento de la Reconciliación:
«Cuando [...] la voluntad se dirige a una cosa de suyo contraria a la
caridad por la que estamos ordenados al fin último, el pecado, por su
objeto mismo, tiene causa para ser mortal [...] sea contra el amor de Dios,
como la blasfemia, el perjurio, etc., o contra el amor del prójimo, como el
homicidio, el adulterio, etc [...] En cambio, cuando la voluntad del
pecador se dirige a veces a una cosa que contiene en sí un desorden, pero
que sin embargo no es contraria al amor de Dios y del prójimo, como una
palabra ociosa, una risa superflua, etc., tales pecados son veniales» (Santo
Tomás de Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 88, a. 2, c).
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