Ante Dios todos los hombres son iguales en la
medida en que todos tienen el mismo
Creador, todos fueron creados según la única
imagen de Dios con un alma dotada de razón,
y todos tienen el mismo Redentor. [1934
1935,1945]
Dado que ante Dios todos los hombres son iguales,
todo hombre posee la misma dignidad y puede
reclamar los mismos derechos como persona. Por
eso toda discriminación social. racial, sexista,
cultural o religiosa de la persona es una injusticia
inaceptable.
1934. Creados a imagen del Dios único y dotados de una misma alma
racional, todos los hombres poseen una misma naturaleza y un mismo
origen. Rescatados por el sacrificio de Cristo, todos son llamados a
participar en la misma bienaventuranza divina: todos gozan por tanto
de una misma dignidad.
1935. La igualdad entre los hombres se deriva esencialmente de su
dignidad personal y de los derechos que dimanan de ella:
«Hay que superar y eliminar, como contraria al plan de Dios, toda [...]
forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona, ya
sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condición social,
lengua o religión» (GS 29,2)
1945. La igualdad entre los hombres se vincula a la dignidad de la
persona y a los derechos que de ésta se derivan
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