La gracia de Dios nos introduce en la vida interior del Dios trinitario,
en el intercambio de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Nos capacita para vivir en el amor de Dios y para obrar a partir de
este amor. [19992000,20032004,20232024]
La gracia nos ha sido infundida de lo alto y no se puede explicar por causas
intramundanas (gracia sobrenatural). Nos convierte en hijos de Dios
especialmente por el Bautismo y herederos del cielo (gracia santificante o
divinizadora). Nos otorga una inclinación interior permanente al bien (gracia
habitual). La gracia nos ayuda a conocer, querer y hacer todo lo que nos
conduce al Bien, a Dios y al cielo (gracia actual). La gracia se da de modo
especial en los sacramentos, que por voluntad de nuestro Redentor son
lugares destacados del encuentro con Dios (gracia sacramental). También se
muestra en especiales dones de gracia que se conceden a cristianos
individuales (CARISMAS) o en fuerzas especiales prometidas al estado del
matrimonio, del Orden y al estado religioso (gracia de estado).
1999. La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su
vida infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para sanarla del
pecado y santificarla: es la gracia santificante o divinizadora, recibida
en el Bautismo. Es en nosotros la fuente de la obra de santificación
(cf. Jn 4, 14; 7, 38-39):
2000. La gracia santificante es un don habitual, una disposición
estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de
vivir con Dios, de obrar por su amor. Se debe distinguir entre la gracia
habitual, disposición permanente para vivir y obrar según la vocación
divina, y las gracias actuales, que designan las intervenciones divinas
que están en el origen de la conversión o en el curso de la obra de la
santificación.
2023. La gracia santificante es el don gratuito que Dios nos hace de
su vida, infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para curarla
del pecado y santificarla.
2024. La gracia santificante nos hace “agradables a Dios”. Los
carismas, que son gracias especiales del Espíritu Santo, están
ordenados a la gracia santificante y tienen por fin el bien común de la
Iglesia. Dios actúa así mediante gracias actuales múltiples que se
distinguen de la gracia habitual, que es permanente en nosotros.
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